Cinco poemas de Francisco Muñoz Soler
Francisco Muñoz Soler: poeta español con una amplia obra publicada en países como España, México, Estados Unidos, India, Cuba, Perú, El Salvador y Venezuela, ha sido traducido al inglés, francés, ruso, bengalí, árabe, italiano, rumano, macedonio, alemán, assamese, kazajo, hindi.
Su poesía es intimista, cargada de fina sensibilidad, impactante que invita a la reflexión. Su yo lírico nos ofrece testimonio de su existir, nos muestra un compromiso ético, la existencia de la otredad en sus poemas de crítica social, en la búsqueda de la expresión está su mayor logro. Una poesía universal que se abraza a la sed de justicia, paz y enarbola la bandera del amor. Su obra a parece también recogida en Antologías y en más de un centenar de revistas literarias. Es organizador del Ciclo Poético Plenilunio de Málaga.
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De repente llegó la oscuridad blanca como la nieve
“Maldita sea la ira que habla con lengua de odio”
María Wine
De repente llegó la oscuridad blanca como la nieve, en un páramo quebrado, de hendiduras
que llegan hasta lo más íntimo, un cataclismo en el que se confronta la maldad con su
destrucción y la bondad más generosa,
una encrucijada, sin tiempo para contemplar los acontecimientos, porque la hoja que siega a
velocidad de vértigo, no da opción, actuar antes del estruendo o ser diluido por su ácidos no
nombrados.
Desde mi confinamiento espero la respuesta.
Siempre he sabido que las élites se apoderan por cualquier método de lo que desea y se
maneja con experiencia en el caos que provoca con ira, con la lengua del odio, ahora es
posible que intente cimbrear el árbol para que nada cambie, para proteger sus posiciones,
en un mundo deshumanizado con continua agresión a la naturaleza,
pero esta catástrofe no es un círculo cerrado, y los pobladores del páramo a pesar de estar
cegados por el resplandor del hielo y ensordecidos por los mugidos de sus bocas, deben
rebelarse a la marca del hierro candente,
crear un canto, del que mane agua cámbrica, origen de nueva vida, que sea señal de luces en
el desfiladero por donde caminan, que sea un himno de futuro, con un lema inequívoco:
“Nunca más la intemperie será nuestro cielo”.
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En este mundo tan necesitado de bondad y ternura
En este mundo tan necesitado de bondad y ternura, un meteorito en forma de virus se ha
extendido por todos los espacios de nuestras vidas, provocando un extraño dolor que nos
recorre,
abruptamente se ha filtrado en las fallas causadas por el impacto, instalándose en las lágrimas
y el miedo, una desolación de escombros, que nos obliga a apreciar la exuberancia de nuestros
valores íntimos, y a mantenernos solidarios para encontrar soluciones,
¿Cómo reiniciar nuestras sociedades?, diseñadas por el expolio de la codicia, ¿será un devenir
más humano?, cambiando la inercia de las construidas durante milenios, ahora que los
avances tecnológicos auguran que es posible,
¿Cambiará lo necesario para que nada cambie?, y empezará un mundo aséptico, de
geolocalización de personas, identificaciones por rasgos faciales, de máquinas que sabrán
más de ti que tú mismo, de entretenimiento y conocimiento restringido.
En este estar confinado, me llega el deseo de flotar, dejarme llevar por la humedad del mar
hasta su orilla, sentir el yodo golpear mi rostro y rompa el muro de mis sentidos, que formen
una sinfonía de vibraciones que sea caudal de esperanza,
en este tiempo tan golpeado por el dolor y la desesperanza, en el que es tan necesaria la
compasión.
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La nieve golpea las ventanas, nos alcanzó
“Pero al otro lado de la ventana está el páramo, paralizado,
con hielo… hasta un cielo blanco sólido no iluminado”
Anne Carson
La nieve golpea las ventanas, nos alcanzó. Al otro lado está el páramo, se extiende a lo lejos
con un manto blanco, en él se dibuja una gran depresión que anuncia mal tiempo, el miedo
es eso,
el viento golpea con fuerza, con voces que distorsionan, que afirman que es fruto del pecado,
¿Qué es pecado?, no te culpes de la ventisca, cuenta los hechos, sus características,
porque no es un tiempo vacío, es el momento, en lo inmóvil desde dentro, si sabes escuchar,
oirás los sonidos que nos animan para la prueba:
¿Cómo quieres ser libre?. encuéntrate en el camino, cuando amaine la ventisca.
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Buscar un signo de esperanza a través de la ventana
“Por la lucha que se abre en los límites de las malos días”
Émile Nelligan
Buscar un signo de esperanza a través de la ventana, rodeado de tanto drama, tanto dolor,
de amenaza en un presente destruido, en el que el dolor con toda su pureza como un susurro
es el rumor de todos, un cuerpo de sonidos que intenta transmitir vida incluso a los minerales,
estallando en ellos provocando ecos que como abejas diseminen semillas,
que surja de seres después del abismo, que integre todas las verdades, intentando acercarse
al testimonio de la poliédrica verdad, una realidad habitable, que será frágil como nuestra
esencia, pero asentada en lo mejor que nos construye,
alejado de caminos aparentemente confortables que nos invita como las sirenas de Circe,
que atraen prometiendo protección alejándonos del esfuerzo de afrontar la incertidumbre
con nuestras decisiones, en la certeza de la araña que se alimenta de la sumisión.
Creer en el asombro, contribuyendo a crear condiciones para mejorar la evolución de
nosotros, hacia sociedades más humanitarias.
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Claridad y camino
“Simplemente date cuenta de tu origen esta es la esencia de la sabiduría”
Tao Te Ching
En momentos de oscuridad, ver con luz interior que poseemos, como un espeleólogo
descubrirnos, caminar sin itinerario con la congénita lámpara,
el fluir de los pasos nos hará sombra lúcida, entonces la calma nos acompañará en nuestro
viaje, seremos claridad y camino al mismo tiempo,
hacia el origen.