Um ensaio (com um pouco de ficção) de Narjara Medeiros
Narjara Medeiros é autora do livro de contos Rasteira no campo de caniços (2010) e dos romances Memória de antes cadáver (2012) e O cavalo vestido (2014), todos publicados pela 7Letras. Mora em Dom Pedrito, RS, onde estuda Enologia na Universidade Federal do Pampa (Unipampa).
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El Amor
(Texto escrito para o casamento de Pedro e Aldo, em 3 de novembro de 2017, Montevideu, Uruguai).
Cuando el nombre del otro se vuelve un dibujo místico en el que cada letra adquiere un sueño, una fiebre, un delirio, y ese nombre que hasta hace poco nos resultaba banal, ahora, en el amor, ese mismo nombre será el que le dará alma y aliento a ese nuevo mundo que se abre a partir de ese nombre que llega hacia nosotros.
Pedro es un nombre que da forma a todos los objetos en el mundo de Aldo. Aldo es un nombre que da forma a todos los objetos en el mundo de Pedro. Si Pedro escucha el nombre de Aldo, algo latirá dentro de Pedro y lo llamará a la vida. Lo mismo va a pasar con Aldo. Nadie podrá decir quién llegó hacia quién, si Pedro llegó a la vida de Aldo, si Aldo llegó a la vida de Pedro. Para Aldo, Pedro llegó a la vida de Aldo. Para Pedro, Aldo llegó a la vida de Pedro. Ahora bien, ¿qué es lo que en realidad queremos decir con el verbo “llegar”? Cuando cualquiera de nosotros dice que alguien acaba de llegar a nuestra vida, ¿qué es lo que estamos diciendo?
Tanto en español como en portugués, una de las definiciones del verbo “llegar” es “alcanzar”. El amor es aquel movimiento en espiral que busca siempre alcanzar algo. Por eso podemos afirmar que la unión de una persona a otra no es la formación de una cosa sola, no es la fusión de dos cuerpos en uno. Porque dos cuerpos fundidos en un solo ser es muy poco para una forma que está siempre en movimiento. En el amor cada uno puede alcanzar las cosas más profundas que tenga dentro de sí mismo y traerlas hacia afuera, nombrarlas, darles vida. Y aunque dentro de esas cosas sólo se trate de un nombre, y como para todo lo que existe se le da un nombre, justamente para que adquiera el privilegio de ser existencia, el amor es aquello que a través del contacto absoluto con un nombre, nos impulsa hacia dentro y hacia afuera del nombre. El amor alcanza el alma del nombre, su formato invisible. Su desnudez robusta. El amor alcanza lo que vive dentro del nombre. El amor hace estallar al nombre. Y esa explosión proporciona lo magnifico de la existencia en el exacto momento en que ella se hace viva frente a todos los sentidos. Las personas que aman de verdad, las personas que realmente son atravesadas por el amor, son también constructoras de mundos, de universos. No se quedan estancadas en lo que ya está pronto o prefabricado. Es tan grande el contacto del amor con el nombre, con las palabras, que incide de manera decisiva sobre lo que está dentro de las palabras mismas: la capacidad de generar vida, de generar formas de vida.
Si ahora nos ponemos a pensar en el nombre de una persona amada y deletreamos ese nombre dentro de nosotros, pausadamente, como en una oración, vivenciaríamos un momento maravilloso. Experimenten hacer eso. Piensen en el nombre de una persona que amen mucho. Deletréenlo para ustedes, en silencio. Es muy probable que ese nombre gane vida e instale un flujo enorme de energía que termine tocando cada uno de nuestros poros y cada una de nuestras células al mismo tiempo.
El amor despierta la multiplicidad que se encuentra adormecida en nosotros, escondida, puesta de lado; y cuando encendemos esa multiplicidad, nos engrandecemos, conocemos eso que de alguna manera llamamos “completud”. Comenzamos a sentirnos poblados por dentro, poblados por sensaciones, afectos, sentimientos y deseos que no exploramos porque tenemos miedo de descubrir nuestra propia grandeza y que lo que está por encima de nosotros es nuestra versión más auténtica. El amor no nos permite derrumbarnos. En el amor nadie se derrumba. Es aquella cuerda perfecta para cuando estás a punto de caer. Es una pluma vibrátil que en el cielo atraviesa a las nueves y al después. El amor irrumpe sobre el futuro, irrumpe sobre aquello que se muestra pequeño, mezquino, superficial. La fuerza del amor nos hace desbordar.
El amor hace más palpable la existencia. Es lo que da sabor a la fruta fresca, es lo que da textura a las hojas caídas de los árboles, es lo que da el contorno a los senos que amamantan a un recién nacido. Pedro, que antes era uno, ahora es varios. Y Aldo, que también era uno, ahora es muchos. Y eso nuevo que se inaugura a partir de la unión de dos cuerpos se desborda hasta el infinito. Dos vidas juntas no se transforman en una. Es mentira decir que somos uno cuando nos encontramos unidos a otra persona. Porque justamente será ese encuentro lo que será capaz de despertar la multiplicidad que existe en nosotros. Aldo despertó la multiplicidad en Pedro porque le mostró nuevas formas de vida, otra forma de cocinar el pollo y las zanahorias, otra forma de besar sin golpearse los dientes, otra forma de bailar tímidamente, y esas nuevas formas se volverán historias incrustadas en el alma y en el cuerpo de Pedro, y Pedro se hará mayor con ellas. Y habrá así muchos Pedros dentro de ese cuerpo que nosotros vemos como único.
Tradução e edição: Martín Palacio Gamboa.